miércoles, 22 de junio de 2011

UN POEMA PARA EL VERANO - HOMENAJE A MIGUEL HERNÁNDEZ



ESTÍO

Está queriendo el fruto
que tu mano lo libre de su peso,
cumplida ya la edad de su tributo
-¡carne que has de tornarte puro hueso!-
a tu boca, a tu goce, a tu mirada,
a tu pasión voraz por su dulzura,
siendo cómplice el sol de tu hermosura.

Turbación almenada,
desabrocha su sangre la granada.
Arpón de pan la espiga,
la hoz rumbo de acero,
¿qué de choques de luz entre dos luces?,
que a costa de un amor a la fatiga
con una facultad de impulso fiero,
si vence la una, la otra cae de bruces,
para que pueda dar su rendimiento
en el sol, en la tierra y en el viento
de la era que ronda sus anillos,
perseguida en su intento
por las norias terrestres de los trillos.

Tu esplendor de mi sexo está pendiente.
Para bajar al cuerpo,
se apartan pensadores de la frente.
A una cuerda obediente,
la luz cebrando de color sombrío,
retracta y expansiona la persiana,
con frecuencia de ola, su verdura,
digno estandarte, ¿no? de tu hermosura,
cuando por la mañana,
si degüellas claveles
en el hierro a regar de tus balcones,
instas en los faldones
la confusión local de tus badeles.

Estío, estío, estío,
por tu pasividad, para mi brío.

[...]

Cohetes de sangre se remontan solos,
mudos acordeones, a gavillas,
viendo abusar de aquélla a tus mejillas.
El gallo es más frecuente caballero,
la capa tornasol, rojo el sombrero,
en el lugar de amor de los corrales.
Comete la cereza en banasta
montones de rosarios criminales.
Me ahoga la poma a la que auxilio pido.
Estómagos de tronco nutre el nido,
y el nido dice: ¡más!, si el tronco: ¡basta!

¡Inquisición de agosto!
Arruga arrope el sol, higos consuma,
análogas delicias achicharra.
Cuando no se es esclavo de la espuma,
se es mártir de la carne y la cigarra.

No dándose jamás por terminada
la carne a la mirada,
ascendiendo, se alía
a la higuera, imán, guía
de cuerpos con bonete de amarantos
y el color de los nísperos maduros.
Manifiestan más culto los encantos.
Su pendiente tesoro alumbra el mosto,
ubres al aire fértiles sin picos,
que bailadas darán violados turias,
en cubas, y ebrios, circulares, ricos.

Homeros de dolor, los ruy-señores,
a los que hurtaron niños en saqueos
la propia consecuencia de un conjunto
entre preliminares garganteos,
protestando, tropiezan con las flores,
y sirve su protesta
para ponerte la audición en fiesta
y la estación mollar a gracia en punto.

Tu cuerpo laborable,
del mío contrapeso,
tiende la funda ya al supremo sable
y la alfombra del labio al pie del beso.

Cortando de tus senos la corriente,
desde el sur de tu planta, sobre el prado,
al norte de tu frente,
al este tu sonrisa sonriente,
iré de gozo a nado;
hasta que la luz, falta
de luz y altura alta,
deje a la sierpe en mangas de manisa,
y a mi sexo de alta
del tuyo dé, doblado por la brisa,
sin pecado, sin cólera, sin prisa.

Miguel Hernández

No hay comentarios: